Esta semana, la comenzamos una vez más en las Islas Baleares en busca de inspiración mediterránea y serenidad en una fantástica casa junto al mar en Menorca que nos invita a realizar un viaje imaginario al paraíso para disfrutar de unas mágicas vacaciones de verano. Con un paisaje exterior de ensueño, en esta vivienda sólo existía una respuesta posible: dejar que la luz, el sol y mar entrara en casa. No es de extrañar que la arquitecta Cristina Carbonell apostara por romper las barreras entre interior y exterior: ¡Estas vistas merecen romper techo y paredes! ...Para sentir el salón en la misma playa, y que nunca, nunca, se dejase de ver el mar: "Pretendía que el interior pareciera el exterior, que el salón fuera como un porche. Para ello tenía que hacer entrar la luz por todos los lados. En casi todas las paredes hice aperturas. Las amplias correderas, abiertas, desaparecen y una gran claraboya llena de luz el centro de la casa". La respuesta fué una preciosa decoración mínima y acertada llena de elegancia y encanto, junto con espacios abiertos y ventanales XXL. El resultado, una vivienda de ensueño donde poder desayunar, comer, ver atardecer, leer, dormir la siesta, disfrutar y vivir con la brisa, el sol, la playa y unas mágicas vistas al Mar Mediterráneo.
Si la propuesta estaba clara (la casa tenía que ser "simple, con el mínimo de muebles para que destacara el paisaje"), otro protagonista debía ser la luz, la maravillosa luz de la isla. La cocina, por ejemplo, tiene una puerta y una barra que pueden aislarla o comunicarla con el salón y hacer que el mar llegue hasta ella, y además, una claraboya le da una luz cambiante según va pasando el día. La luz es tan intensa en esta casa, que los filtros se vuelven básicos, por ello está rodeada de cortinas y persianas mallorquinas de madera de iroco teñida de oscuro, que resisten la humedad sin perder belleza. Y las propias cortinas contribuyen al look veraniego y ensoñador.
La estructura de la casa está pensada para la fusión con el paisaje, la decoración no podía ser menos. Recordemos la palabra clave, simplicidad. Pocos muebles para dar máximo protagonismo al paisaje. Por eso las piezas principales son de obra: los sofás, las literas de los niños, los armarios, la cama de matrimonio, los lavamanos de los baños... “No quería colocar elementos externos, sino utilizar pocos materiales y que fueran muy simples”, comenta Cristina. La gracia de los muebles de obra es que, además de ser básicos, sencillos, y resultones, necesitan pocos compañeros: el estuco a la cal que los reviste, la madera blanca y tintada, el mármol macael de la cocina y el mortero de reparación que cubre los suelos dando un aire rústico al espacio. “Son materiales naturales y nobles”, cuenta la arquitecta. Y se declara, sin dudarlo, su fan número uno, “porque envejecen muy bien. Es más, con el tiempo mejoran”. Es, además, una fantástica manera de que la casa funcione como un todo. Y en blanco, por supuesto, un bellísimo y veraniego blanco.
Sosegada y apacible, la isla de Menorca es un oasis natural único de 702 kilómetros cuadrados y 216 kilómetros de costa, lleno de contrastes por descubrir en las Islas Baleares. Un auténtico paraíso bañado por el mar Mediterráneo lleno de armonía y diversidad, perfecto para vivir o para unas merecidas vacaciones cerca de la playa. De interior rural y encantador, combinado con el mar Mediterráneo y variada costa, siempre de aguas cristalinas, con un litoral abrupto y playas rojizas al norte, y relieve suave, con calas de arena dorada, en el sur. La isla es un lugar ideal para vivir rodeados de calma, en buena parte gracias a su valiosa naturaleza. Declarada Reserva de la Biosfera por la UNESCO, Menorca posee una gran riqueza ecológica y paisajista, patrimonio arqueológico y cultural, junto con las aguas limpias en amplias playas o de preciosas calas rodeadas de pinos. Por la costa, pequeños pueblos pesqueros que aún conservan las antiguas tradiciones, y núcleos turísticos como Alaior, Es Castell, Sant Lluís, Es Migjorn Gran, Ferreries o Es Mercadal.
Pero en la Isla de Menorca, destacan las localidades de Ciutadella de Menorca (Ciudadela), una localidad situada en el extremo oeste de la isla y con el mayor número de habitantes de la isla, superando a la localidad de Mahón, capital de Menorca. En Ciudadela cabe destacar también la presencia de restos arqueológicos de la cultura talayótica dentro de este municipio, siendo la construcción más conocida, y parada de todas las rutas turísticas, es la Naveta des Tudons. Ciutadella posee un pequeño puerto natural, al abrigo de la Tramuntana, y un centro monumental de angostas calles llenas de encanto, con nombres curiosos como Que no passa ("Que no pasa", o Azucaque) o Ses Voltes ("Las Arcadas") que empiezan en la Plaça Nova o Plaça Espanya y terminan en la Catedral de Ciudadela. Entre sus numerosas playas y calas, la costa oeste de la isla se encuentran urbanizaciones en torno a pequeñas calas como Cala Blanca o Santandría. Al sur, pasado el faro D’Artrutx, encontramos Cala’n Bosch y Son Xoriguer, también urbanizadas, y más allá, en el trozo virgen más largo de la costa sur, encontramos Cala’n Turqueta, Son Saura, Es Talaier, Macarelleta y Macarella. En la costa norte, más árida, asolada por la tramontana en invierno, encontramos la urbanizada Cala Morell, y rincones vírgenes como las de La Vall y El Pilar. Otra isla mágica y llena de contrastes que nos regala Baleares.
En las Islas Baleares, además de Menorca, destaca también la naturaleza protegida de la Isla de Formentera y los rincones llenos de encanto mediterráneo en Ibiza y sus fantásticas playas en zonas como Sant Antoni de Portmany, Sant Joan de Labritja, Sant Josep de sa Talaia o la cercana y genial ciudad de Ibiza. Si seguimos en la costa balear, no podemos dejar de hablar de Mallorca. La mayor isla del archipiélago que destaca por su diversidad. A lo largo de sus 550 kilómetros de costa encontrará algunas de las calas y arenales más hermosos del Mediterráneo. Playas blancas dotadas con todos los servicios conviven con diminutas ensenadas entre pinares y acantilados, además de rincones llenos de naturaleza del interior, repartiéndose por todas las comarcas de la isla: Palma, Raiguer, Pla de Mallorca, Migjorn o Llevant. En la isla destaca el paisaje marcado por los contrastes de la Sierra de Tramuntana, lugar donde la montaña se encuentra con el mar Mediterráneo. Esta cordillera de más de cien kilómetros discurre paralela a la costa, desde el municipio de Andratx hasta el cabo Formentor, y ha sido el refugio elegido por escritores, pintores, famosos y aristócratas durante mucho tiempo. Entre sus localidades destacan la ciudad de Palma de Mallorca, Calvià, Santa Ponça o Pollença entre muchas otras. Baleares: naturaleza, la luz del Mediterráneo y el susurro mágico del mar.
Arquitecta: Cristina Carbonell – Fotografías: Pepa Oromí
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