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Un experimento estadounidense demuestra que los grandes incentivos no son señal de éxito asegurado, sino lo contrario 

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Una buena estrategia en estos tiempos que corren. Intentar que la oferta sea justo lo que la gente puede permitirse. Ni más ni menos.

Ilustro la idea con la siguiente historia.

Unos economistas estadounidenses -dos del MIT, uno de la Universidad de Chicago y uno de Carnegie Mellon-, llegaron a la conclusión, en un momento dado, de que cuánto más grande es la recompensa que obtenemos por cualquier esfuerzo, peor es el rendimiento. Hicieron el experimento con trabajadores de empresa, pero sus conclusiones pueden extrapolarse a cualquier ámbito.

A través de un proyecto subvencionado por el Banco de la Reserva Federal de Estados Unidos, comprobaron que "una vez que sobrepasas tus habilidades cognitivas rudimentarias, la recompensa no funciona como lo esperamos". Es decir, no nos atraen los incentivos, sino estar cómodos y seguros. 

Ninguno de los cuatro expertos podía creerse los resultados del experimento, así que decidieron reproducirlo en un sitio donde tan sólo una pequeña cantidad de dinero como 50 o 60 dólares, supone bastante para el ciudadano: la India.

Ofrecieron las siguientes recompensas a tres grupos de trabajadores: el equivalente a un salario de dos semanas; el salario de un mes; y el salario de dos meses.

Aquellos a los que se les ofreció un mes de salario, no lo hicieron mucho mejor que los que obtuvieron dos semanas de paga extra, mientras que a quienes se les ofrecía la máxima recompensa, tuvieron el peor rendimiento.

Los mayores incentivos nos llevan a peores rendimientos. Este tipo de experimentos son grandes fuentes de sabiduría para entes privados como pueda ser la banca. Trabajar en la letra pequeña puede aportar mucho más rendimiento que los grandes ofertones hipotecarios.