
El mimbre, el ratán, el yute, el sisal o el bambú, entre otras, son fibras naturales que en los últimos años se han venido integrando sin esfuerzo en los interiores.
En forma de muebles y complementos ligeros, basta con echar un ojo a nuestros proveedores habituales de inspiración (Instagram, Pinterest) para constatar que las fibras vegetales están cada vez más presentes en las casas reales haciéndolas más frescas y acogedoras, algo que nos resulta especialmente agradable cuando llega el buen tiempo y nos recuerda al exotismo de algunos lugares donde tradicionalmente forman parte de la decoración de los hogares.
Si pese a todo, aún te cuesta adaptar este estilo a tu casa, no lo imaginas más allá de los meses cálidos y sólo concibes ver estas piezas naturales en el contexto de las casas y apartamentos de la costa, queremos demostrarte, en argumentos, que decorar cualquier estancia o rincón de tu hogar con fibras naturales, es SIEMPRE una buena idea, capaz de atrapar esa estética bonita y relajada, propia de los días de verano.
Encajan en cualquier estilo decorativo
Y con cualquier tonalidad. Nórdico, industrial, rústico, minimalista, en tonos neutros, pasteles u oscuros... No importa el estilo o colores que hayas imprimido a la decoración de tu casa, las fibras naturales vegetales siempre quedan bien, proporcionando equilibrio en estéticas afines como una decoración rústica o añadiendo contraste y calidez a un ambiente moderno o industrial.
Se adaptan a todos los rincones de tu casa
Sí, con ellas, los salones, los comedores, los dormitorios, incluso las cocinas, los cuartos de lavado y los baños adquieren ese rollo relajado y exótico. Para comenzar, prueba con elementos pequeños como cestas o lámparas discretas.
Lo tienen todo
Además de sostenibles, las fibras naturales (mimbre, ratán, esparto...) son ligeras, por lo que harán que el peso visual de una estancia disminuya; resistentes, por algo triunfaron primero fuera de casa; tremendamente acogedoras, contagiando su calidez al resto de elementos de la decoración de interiores; frescas, en aspecto y funcionalidad; camaleónicas, pues se adaptan según el espacio en el que se encuentran, y ecológicas, para cuidar de ti y del medio ambiente.
No sólo en verano
Cualquier época del año es apta para apostar por muebles y piezas con texturas naturales porque son cálidos y frescos al mismo tiempo. Haz la prueba en una silla o butaca de ratán, añadiendo cojines y textiles de lino en verano, y más adelante, cúbrela con la calidez de una manta de mohair para los días fríos de invierno.
Ambientes con personalidad y estilo
Además de naturales, ligeros y resistentes, estos materiales son absolutamente tendencia en el universo deco, perfectos para mezclarse con otras estéticas y crear espacios únicos, con carácter.
‘Deco’ calmada
Su conexión directa con la naturaleza, les otorgan un poder mágico: la capacidad de crear interiores tranquilos, logrando, al mismo tiempo, efectos positivos sobre nuestras emociones y fomentando un estilo de vida más calmado, sano y saludable. En ocasiones, dependiendo de con qué los mezcles, aportan un encantador aire ‘boho’, que saca nuestra versión mas hippie a pasear por casa.
Valor de lo artesanal
Lo hecho a mano, tal y como se hacía en el pasado, está completamente en alza. Los muebles y complementos fabricados con estos materiales naturales son piezas con alma, elaboradas con paciencia y detalle. Además son únicas, con lo que nunca te encontrarás con dos iguales, reforzando el valor de la confianza y la autenticidad.
Para el exterior como el interior de casa
Durante un tiempo, fueron, junto con la madera, los materiales preferidos para diseñar los muebles de exterior, especialmente en los años 70 y 80. Su conexión con la naturaleza hacía ver como algo normal su papel en los espacios al aire libre. Hoy, saltan al interior de la vivienda, sintiéndose igual de cómodos en el salón y el dormitorio, que en la cocina o el cuarto de baño. Una versatilidad que les ha granjeado el amor incondicional de muchos interioristas y, por supuesto, de todas las ‘decoadictas’ con espíritu nostálgico.
Cuestión de fibras
Aunque el mimbre (fibra vegetal), flexible, fácil de moldear y muy confortable, es, quizá, una de las más usadas, el resto van ganando terreno, casi sin darnos cuenta. Así, nos encontramos con el sisal, la más idónea para la casa de la playa; el ratán (palmeras trepadoras de los bosques tropicales), más resistente que el mimbre, pero menos moldeable, por lo que se usa especialmente en estructuras; el cáñamo, un básico en la elaboración de alfombras; la fibra de coco o el bambú, el más higiénico.
Perfectas todo el año
Aunque el buen tiempo siempre es una buena excusa para incorporar las fibras naturales al interior del hogar, ahora, gracias a diseños menos rústicos, puede quedarse con nosotros todo el año, siempre que la combines con distintas tonalidades y texturas.
Poder camaleónico
En función de con qué las combines (un cojín de lino, una mantita de lana...) y qué elementos las rodeen lucen un ‘look’ u otro, integrándose sin problemas de identidad en cualquier estilo decorativo. Aliadas indiscutibles del estilo rústico o campestre, pueden dar esa pincelada especial en ambientes nórdicos, contemporáneos e, incluso, minimalistas, aportando contraste y un cierto aire exótico.