Demasiadas horas en el trabajo, atascos interminables para llegar de casa a la oficina y más atascos para volver, el precio de la vivienda por las nubes, sin tiempo para disfrutar de la familia y de los amigos, paro, agotamiento, estrés…
Son muchos los que se han cansado de esta rutina diaria que impone la gran ciudad y han optado por disponer de más tiempo para ellos y para los suyos y ganar en calidad de vida.
El teletrabajo ha hecho que cada vez sean más las personas que optan por emigrar a las zonas rurales. Los últimos datos de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) destacan que actualmente, el 16,2% de las empresas tienen a sus empleados teletrabajando, una fórmula que no para de crecer y que en el último año ha aumentado un 10,7%, según el INE.
“Si a estos datos añadimos que el 80,2% del territorio español es rural y que, de ese porcentaje, sólo el 23% está habitado, encontramos una corriente que no dejará de crecer, tal y como está ocurriendo en otros países, como EEUU, donde el conocido como movimiento slow down, agrupa ya a más de 50.000 personas en 500 comunidades diferentes”, destaca Luis Manuel Tolmos, co fundador y director general de Natureback Communities, quien señala que “este fenómeno también se está llevando a cabo en territorios como Japón o Australia”.
Contra el abandono
Nuestro país cuenta con 2.300 pueblos deshabitados, y zonas como Huesca y Soria se encuentran entre las más desfavorecidas. A estos se sumarán en un futuro no muy lejano nuevos núcleos rurales en los que sólo quedan unos pocos habitantes y con edades más que avanzadas. “Es más, se están vendiendo pueblos enteros por 180.000 euros y muchos de ellos, además, ofrecen trabajo como reclamo para evitar el abandono”, subraya Tolmos.
Pueblos abandonados
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Existen diversas iniciativas que favorecen este éxodo de la urbe al campo, como la Red Española de Desarrollo Rural o el proyecto Abraza la Tierra, cuya zona de actuación abarca catorce comarcas de Cantabria, Castilla León, Extremadura, Castilla-La Mancha, Aragón y Cataluña. “Facilitamos el cambio de la ciudad al campo; hacemos procesos de acompañamiento y ayudamos en la búsqueda de vivienda a quienes se decidan por esta opción”, destaca María del Mar Marín, presidenta de la Fundación Abraza la Tierra.
A estos proyectos se suman diversos planes gubernamentales para llevar la banda ancha a pequeñas poblaciones rurales, y los de compañías como Vodafone, que también prevé acercar banda ancha móvil a 3.100 poblaciones con menos de mil habitantes –pendiente de que Gobierno modifique las actuales licencias de móviles para hacerlo efectivo–.
Son sobre todo parejas jóvenes y, en especial la mujer, las que más abogan por esta vuelta. Según el estudio Teletrabajo, género y elitismo, de la Universidad Autónoma de Valencia, son más las féminas las que se inclinan por regresar al campo, ya que suelen ser quienes cuentan con una actividad que les permite combinar teletrabajo y entorno familiar. Profesiones liberales, como diseñadores o comerciales son las que más se han sumado a esta opción, gracias al desarrollo de las telecomunicaciones. Según el informe, zonas como el Valle de Arán, visitadas en un principio por un turismo de esquí, se han repoblado con foráneos y han acabado desapareciendo los habitantes locales.
Arquitectura sostenible
El respeto por la naturaleza y hacer convivir las nuevas tecnologías con una arquitectura sostenible marca a los que han huido de la gran ciudad. Como destaca Iván García, cofundador y arquitecto de Natureback Communities, “el planteamiento es recuperar el concepto energético que ha subyacido hasta la llegada de los nuevos materiales en el siglo XX”.
Así, esta empresa construye con materiales tradicionales, como la madera o la piedra, hogares que ahorran hasta un 85% de energía y con los que se pretende minimizar la huella ecológica. “Estas construcciones se pueden encontrar a partir de 300 euros/metro cuadrado. La forma de abaratar precios es mediante la industrialización de estos lugares para vivir”, destaca. El tiempo de fabricación es de cuatro meses y el de montaje es de unas tres semanas.
Son hogares con espacios abiertos y en los que la domótica, que permite que la casa funciones prácticamente sola, juega un papel fundamental. “Estamos construyendo este tipo de viviendas en zonas como Villavaquerín (Valladolid), Ciudad Real, Cantabria, Asturias y Huesca. Junto con la Escuela Universitaria de Diseño ESNE hemos montado un laboratorio de diseño para seguir profundizando en cuestiones y retos energéticos y arquitectónicos“, destaca el arquitecto, quien subraya: “Es una globalización local que va a más”.
Fuente: expansion.com
Hola Antonio. Para más información sobre pueblos abandonados, puedes visitar http://www.pueblosabandonados.es/ que es la fuente de la información de la noticia. Suerte, recibe un cordial saludo.
Hola me interesa saber de los pueblos abandonas en Barcelona para vivir y dedicarme la agricultura. Estoy en el paro.
Soy un Ingeniero Economista peruano, con mi esposa, sin hijos menores, estoy interesado por mayor información sobre los pueblos abandonados en la Huesca, Aragón- España.